domingo, 13 de septiembre de 2009

Recordando a Paulo Freire y su pedagogía del oprimido 2: ¿Qué es la educación popular?



Por Redacción
Siguiendo con la serie de artículos para conmemorar el nacimiento de este gran educador, se presenta un aclarador escrito sobre el concepto y práctica de la educación popular de Freire, cuyo trabajo se centro principalmente en reivindicar la dignidad humana por sobre todo, en vez se ejercer y promulagar una práctica educativa meramente reproductora de esquemas de dominación hacía los sectores y grupos carenciados de la sociedad. La autoría del artículo de abajo corresponde a la licenciada en Sociología Marlen Eizagirre de la Universidad de Deusto (País Vasco, España), siendo publicado originalmente en el diccionario de Acción Humanitaria y Cooperación al Desarrollo del sitio web de Bandaba.



Educación Popular
Enfoque que entiende la educación como un proceso participativo y transformador, en el que el aprendizaje y la conceptualización se basa en la experiencia práctica de las propias personas y grupos. Partiendo de la autoconcienciación y comprensión de los participantes respecto a los factores y estructuras que determinan sus vidas, pretende ayudarles a desarrollar las estrategias, habilidades y técnicas necesarias para que puedan llevar a cabo una participación orientada a la transformación de la realidad.
Los orígenes de esta corriente, que ha tenido una amplia incidencia teórica y práctica en el campo del desarrollo, se encuentran ya en los años 60 en las aportaciones del educador brasileño Paulo Freire y en la experiencia de multitud de organizaciones, principalmente latinoamericanas. Partiendo de la constatación de una realidad de injusticia y desigualdad, su preocupación consistió en ir construyendo con y desde los sectores populares, y en base a la experiencia práctica, herramientas educativas que les permitieran a éstos participar, organizarse y transformar su realidad concreta y mejorar sus vidas. El objetivo último de la educación popular es contribuir a la construcción de una democracia sustantiva, real y no sólo formal, en la que todas las personas y pueblos tengan la capacidad y posibilidad efectivas de participar en condiciones de igualdad, impulsando cambios sociales liberadores a favor del desarrollo y de un mundo más justo, solidario y cooperativo, y en mejor armonía con la naturaleza.De esta forma, la educación se entiende como un proceso transformador en el que las propias personas participantes son los actores fundamentales. Tal proceso cuenta con varias fases, que se retroalimentan y redefinen continuamente: a) reconocer críticamente la realidad y la propia práctica, b) comprender y construir nuevas formas de actuar, c) replantear la acción para mejorar la realidad, y d) actuar sobre la realidad (Documentación Social, 1998). Como se ve, se trata de un proceso circular, en el que se parte de la práctica, para reconceptualizarla y volver después a ella modificándola.





Otro rasgo característico de la educación popular son las metodologías que utiliza. Consisten en técnicas y dinámicas que parten de la propia realidad y experiencia de las personas, y que se caracterizan por su carácter ameno, dinámico y motivador. Con ello se pretende suscitar y mantener el interés del grupo, facilitando en éste la participación, la reflexión, el diálogo y el análisis. En este sentido, el animador o el educador no aporta todas las respuestas, sino que simplemente ayuda a que el grupo se formule las preguntas necesarias y construya sus propias respuestas. Esta metodología es coherente con el carácter abierto, flexible, participativo, grupal, práctico y vivencial de la educación popular, así como con los objetivos y valores que propugna: la participación democrática, el desarrollo organizativo, la formación para la acción, la transformación y el cambio de la vida real.
Algunas otras características de la educación popular, que han justificado el interés por la misma, son las siguientes (Vargas et al., 1995):
a) la diversidad de corrientes de pensamiento en las que se ha inspirado (humanismo, cristianismo de base y teología de la liberación, marxismo, etc.);
b) su concreción práctica en un conjunto, amplio y diverso de experiencias, así como el esfuerzo constante de conceptualización y profundización de sus fundamentos teóricos;
c) la producción de nuevos instrumentos metodológicos y didácticos adecuados a los objetivos y la realidad de las personas a las que se dirige;
d) la orientación consciente y permanente de su práctica educativa hacia el reforzamiento de los procesos organizativos de los sectores populares, y su contribución al desarrollo de nuevas formas organizativas (comunitarias, cooperativas, sindicales, etc.);
e) la afirmación de la dimensión político-pedagógica de su intervención educativa.
Es preciso subrayar la importante contribución que la concepción y las metodologías de la educación popular han tenido en el campo del desarrollo, en varios planos:
a) En primer lugar, este enfoque ha influido e influye aún decisivamente en la práctica del trabajo comunitario no sólo de América Latina, sino de todo el mundo.
b) Además, ha marcado decisivamente el trabajo de educación para el desarrollo en los países del Norte.
c) Desde los años 80, la educación popular inspira la orientación de muchos proyectos de desarrollo, en los que se promueve la participación de los beneficiarios en el diseño y gestión de aquellos, partiendo de sus propias necesidades y prioridades.
d) Igualmente, la filosofía que inspira la educación popular, así como las experiencias a que ha dado lugar, han sido la raíz de la que han brotado nuevos conceptos fundamentales hoy en la terminología del desarrollo, referidas a la implicación de las personas y comunidades en los procesos de cambio, como son: empoderamiento, participación comunitaria, capacidades locales o fortalecimiento institucional.
e) Por último, la educación popular ha contribuido también a la elaboración de numerosas técnicas que facilitan que las propias comunidades puedan analizar la realidad, así como sus necesidades, su vulnerabilidad y sus capacidades, entre las que figuran la investigación-acción-participación, los enfoques participativos y el diagnóstico rural participativo.
La educación popular ha pasado por diversas etapas en las décadas pasadas. En los años 60 el objetivo central consistió en la creación de organizaciones capaces de transformar la realidad. En los 70, aunque perduró ese objetivo, la prioridad se centró en el fortalecimiento de las organizaciones y movimientos populares ya existentes, impulsando procesos sociales como los que llevaron al poder a Allende en Chile o a los sandinistas en Nicaragua. En los años 80, por su parte, se constató la necesidad de incrementar la profesionalidad de los grupos educativos existentes. Por último, en los años 90 la educación popular entró en crisis, por el debilitamiento de las utopías y de los modelos de cambio social experimentado al concluir la Guerra Fría, al tiempo que se le formulan varias críticas: la escasa base pedagógica de sus métodos y técnicas, el limitarse a poco más que un conjunto de dinámicas y juegos, y su carácter excesivamente alternativo y localista.
Sin embargo, desde mediados de la década de los 90 parece asistirse a una cierta revalorización de la educación popular. Si bien muchos la ven como un anacronismo ligado a pasadas experiencias revolucionarias en el tercer mundo y totalmente inadecuada para las sociedades avanzadas, otros sectores entienden que la educación popular tiene cabida también en las sociedades del Norte: con las debidas adecuaciones a su realidad social, política y económica, la educación popular puede ser un instrumento válido para impulsar las transformaciones que también el Primer Mundo, y toda la humanidad, deberán afrontar en el nuevo contexto de globalización.
En cualquier caso, son numerosas las organizaciones y redes en todo el mundo, entre las que destacan Alforja (Red Centroamericana de Educación Popular) y la CEAAL (Centro de Educación de Adultos de América Latina), que siguen trabajando en educación popular y tratan de reconceptualizarla y reajustar sus propuestas y estrategias a la nueva realidad de la mundialización. M. E.

Bibliografía

Alforja (1996), La construcción de la democracia desde la educación popular: su sentido y sus posibilidades, Documento de trabajo, Alforja, Costa Rica.
Alforja (Red Centroamericana de Educación Popular), sitio en internet: http://www.alforja.or.cr/
Archer, D. y S. Cottingham (1997), Manual de base del método Reflect-action, Action-Aid, El Salvador.
Blackburn, J. (2000), "Understanding Paulo Freire: Reflections on the Origins, Concepts and Possible Pitfalls of his Educational Approach", Community Development Journal, vol. 35, nº 1, enero, pp. 3-15.
CEAAL (Consejo de Educación de Adultos de América Latina) (1992), Construyendo poder, creando futuro. La educación popular para una cultura democrática y solidaria en América Latina, Encuentro de educadores populares latinoamericanos, Colombia, 1992.
Documentacion Social. Revista de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada, nº 110, enero-marzo 1998, monográfico: "Educación y transformación social", Madrid.
Freire, P. (1970), Pedagogía del oprimido, Siglo XXI, Madrid.
Freire, P. (1993), Pedagogía de la esperanza, Siglo XXI, Madrid.
Freire, P. (1997), Pedagogía de la autonomía, Siglo XXI, Madrid.
Nuñez, C. (1992), Educación popular, movimientos populares y proceso de democratización, IMDEC (Instituto Mexicano para el Desarrollo Comunitario), México.
Nuñez, C., O. Fals y A. Caruso (1990), Investigación participativa y educación popular en América Latina hoy, IMDEC (Instituto Mexicano para el Desarrollo Comunitario), México.
Vargas, L., G. Bustillos y M. Monfán (1995), Técnicas participativas para la educación popular, Ed. Popular, Madrid.

No hay comentarios:

Publicar un comentario